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Formas de escape

Actualizado: 18 jul 2020

“El placer se vuelve (…) una válvula de escape para los cuerpos que están ocupados siendo productivos” (Sara Ahmed, La política cultural de las emociones, p. 250)



Por: Federico Dupont Bernal



Cuando estoy en crisis, fatigado de las clases vacías, las pantallas, las clases vacías, el entorno. Hay que tener formas de escape.

9 am. Un sonido que incrementa. Un sueño que no quiere terminarse. La fatiga en las piernas cansadas de no hacer nada. El impulso de un dedo para parar el sonido. Una plataforma virtual que no funciona. Migrar a otra plataforma se siente como algo absurdo. Eso no es todo. Afuera de las 4 paredes el entorno se mantiene como hace días, ¿meses?

5 pm. La fatiga de los ojos. Las tres pantallas que me observan ¿pérdida de tiempo? ¿pérdida de calma? La cuarentena se extiende. Pero ¿Cómo vamos a escapar de ella?

¿podré hacer algo en estas 4 paredes?

En la madrugada del 15 de octubre de 1994 un camión Dodge 600 color rojo opaco, con carrocería de madera y una carpa negra se estacionó frente al Banco de la República de Valledupar. Don Pacho, cerebro del asalto, lo había planificado todo. Cerca de 26 personas incluyendo uniformados hacían parte del plan perfecto. Con la excusa de reparar el aire acondicionado varios hombres penetraron el banco. 23 botellas de oxígeno, una botella de acetileno, más de 35 metros de cable trifásico, dos compresores de aire, un extractor de aire, un mazo, un par de guantes quirúrgicos, destornilladores, alicates y forros plásticos negros. ¡Pum! Un silencio. Gritos. Amenazas. Cámaras desactivadas. ¡Pum! Un silencio atordecedor. Un retraso inesperado. Las luces se apagan. Un apagón. Justo cuando lo teníamos todo listo. Amenazas. Pánico. Un chaleco explosivo hecho de palos de escoba y plastilina roja. Una crisis.

¿podré hacer algo en estas 4 paredes?

Siempre hay formas de escape. A veces necesitamos un plan perfecto. De pronto este plan te obligue a estar en un banco por 18 horas. De pronto este plan te obligue a salir de rutina. A veces no necesitamos un plan. De pronto tengas que romper el tubo del baño que está detrás de la bóveda por que te cortaron la luz. De pronto tengas que dejarte ir, soltarte.

Y agarrar un hilo, un retazo y un tambor. En ese momento descubres un grueso hilo negro. No sabes de donde vino. Lo observas. Te sumerges en su negro profundo. Lo imaginas en ese retazo blanco. Un gato negro en esta tela blanca. Un gato negro de la suerte. Sientes calma. Con un tambor verde que se asemeja al color del billete de 10 mil de 1994, empiezas a bordar. Con las yemas de tus dedos palpas una aguja brillante y delgada. Empiezas a bordar con calma, como si tuvieras un plan perfecto. Aceleras el ritmo viendo como todo tiene sentido. Te aferras a los últimos centímetros. Aunque lo cuides, el negro se acaba.


¿podré hacer algo en estas 4 paredes?



Tras casi 21 horas de espera en la madrugada del 17 de octubre de 1994 salió el equipo. $24072 millones de pesos en billetes nuevos. Dos camiones de transporte de cervezas rebozados con billetes de todas las denominaciones. “El robo del siglo”. Más de 100 personas investigadas.

Abres un cajón y ves que en lo profundo hay algo. Tras escavar ves un corto hilo que se asemeja al color del Dodge 600 y un amarillo brillante. Puede ser una trampa, pero los desentierras. Empiezas. Lo haces con prisa como tratando de cuidar que no se acabe,

“Se me acabo el negro”

“y hay una pandemia”

No sé cuando esto se acabe. Pero siempre habrá formas de escape.

¿podré hacer algo en estas 4 paredes?



* El bordado es obra mi talentosa amiga Daniela Posada.

** La imagen de portada es un dibujo de Ricard Opisso titulado Atraco a un banco para la revista L'Esquella de la Torratxa en mayo 1923.

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