Por Juan Pablo Roa
Tal vez ahora no puedo dejar de cortar pastillas duras para preparar chocolate por la mañana.
Tal vez ahora usted se encuentre también en su casa, quien sabe si sea su hogar; puede que últimamente le haya tocado salir por mercado o a trabajar porque no hay forma de dejar de hacerlo. O también puede que ahora este cuidando, le toca cuidar y por eso le toca salir. También puede que usted cuide desde adentro.
Justo ahora no sé si se le pase por la cabeza la idea de leer un mapa, o de siquiera verlo, la verdad es que no tiene sentido hacerlo en un momento en el que parece que dejamos de andar o de caminar. Sin embargo, hay quienes hoy siguen viviendo en el mundo a pie, ya sea porque quieren y es su vida o porque no tienen otro lugar a donde ir. Están esperando, amarrando sus cosas a un peldaño al lado de algún río o paseando por una costa. Tal vez esa gente va a donde se van nuestros sueños.
Por eso le propongo leer un mapa en donde sea que usted esté.
Quién sabe si de pronto nos encontremos, incluso podríamos hasta mirarnos, podría ver el lugar en el que estoy y tal vez podría darse cuenta que en este tiempo, de forma inconsciente, ha tomado otro rumbo distinto del que venía. Pensemos entonces en hablar de un mapa que se pueda entender y que se pueda observar incluso desde un rinconcito de su ventana, no importa que sea por un breve periodo de tiempo. Para ubicarlo, simplemente hay que levantar la mirada más arriba de los techos o de las paredes que hay alrededor, se va a cruzar rápidamente con un cielo enclaustrado desde el cual nos vamos a ubicar. No hace falta que tenga una brújula porque solo necesitamos por ahora los ojos. Aunque si este cielo de pronto se pone muy brillante va a ser mejor que espere algunas horas hasta que se haga más tenue, no estaría mal que sea de noche para que sea más interesante.
Olvidamos que el cielo ha sido importante por mucho tiempo para las generaciones que estuvieron aquí antes que nosotros; las luces que vemos allá lejos son los postes que indican nuestra posición en el resto del universo, no solo en el espacio sino también en el tiempo. Por esto último, creo que es necesario también tener en mente las fechas en las que estamos para poder entender lo que vamos a leer. Empecemos por marzo, tal vez por esos días se nos quemaron las pestañas porque se murieron un poquito rápido las ganas de seguir intentando algo en medio de la incertidumbre. Algunas tardes de este mes, brillaba al lado de la luna un planeta que nos acompañaba cuando empezamos a sentir más silencio de lo normal. En el punto más cercano al zenit, esto es, en el punto más alto del cielo, justo por encima de nuestras cabezas, se podían ver algunas veces los rastros de estrellas fugaces que jugaban muy bien al lado del televisor o de las cenas largas a las que nos íbamos acostumbrando a medida que pasaban los días. De pronto pasó uno que otro avión que se sintió como una pesadilla en la noche, y respirar tal vez fue una necesidad en busca de la calma.
En abril tuvimos que partir el cielo en dos. No se preocupe, esto ya se hacía para conocer que hemisferio estamos viendo. Así como en la geografía nos divide el Ecuador, en el cielo también tenemos que demarcar un hemisferio austral -del sur- y uno boreal -del norte-. Para hacerlo solo bastará con ubicar en el día al sol y trazar una línea perpendicular a su trayectoria.
En este manual aún no estamos seguros sobre porque tuvimos que partir el cielo en abril. Creemos que la necesidad surgió a partir de escuchar a quienes empezaron a decir, por la tele y la radio, que necesitábamos dividir nuestra vida en dos a partir de ahora: Por un lado una vida productiva, que allí en el cielo usted puede ubicar más hacia al norte, justo donde aparece el humo acompañado de una estrella que parpadea y lo persigue; y por otro lado, una vida social, que ahora está más nublada en el sur y solo se puede ver muy tarde en las noches. A veces, está acompañada de muchos satélites que se cruzan con nosotros más de lo que creemos. Es difícil pensar en la necesidad rompernos así para seguir viviendo.
En abril, hay una abuela que todas las tardes se sienta en la ventana y le reza a la virgen abriendo las manos, va recogiendo el tiempo entre sus ojos y se abriga con una cobija de lana mientras le pone atención a unas flores y a sus nietos. No en todos los lugares es así. Hay veces que también se le puede ver como un punto en el occidente. Se encuentra pasadas las 9 de la noche y está ubicada mucho más abajo que el resto de las estrellas. Puede que llame su atención porque cambia de color muy rápido y se vea color tornasol, es un puntico que se puede hacer reconocible porque trae recuerdos que tal vez habíamos olvidado y porque sus colores son también una voz que a veces podemos extrañar. Dependiendo de cómo vea su cielo, pude que este puntico sea su norte o que al menos lo tenga presente en sus viajes, no ignore nunca esta presencia.
Ya para principios de mayo puede que el cielo se haga un poco más frío y que los nudos de la garganta se congelen hasta casi la madrugada. Hay planetas que pueden verse al lado de la luna también; Venus es uno de ellos. Este cuerpo celeste tiene un brillo azulado y un movimiento decadente a medida que pasa el tiempo. Puede que le recuerde un cuerpo que se siente cansado o que ya no se quiere mover de algún sitio excepto para ocultarse del mundo. Desde estos días será necesario seguir andando a su manera, teniendo en cuenta que siempre puede aparecer algo extraño en su entorno para quedarse por mucho tiempo.
Sin embargo, son estas cosas en el cielo que no son tan fugaces como parecen las que nos pueden indicar en donde nos ubicamos. Algunas veces podríamos sentir que simplemente estamos flotando y entonces un mapa sería una forma entre muchas para enfrentarnos a lo desconocido. Si es posible, no descuide el cielo y el espacio que lo rodean, allí está lo que conocemos, quienes nos miran y a quienes miramos.
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