Escrito por Nelson Gómez Santamaria.
En 1787 desde el vientre de Doña Magdalena Méndez y en la ilusión de Don Juan José Toscano, entraba a la monarquía, el futuro prócer colombiano.
En Chiscas nació, pero la patria entera siempre estuvo en su corazón.
Desde el corazón de su padre el amor a la jurisdicción nunca faltó y escalando para una republica justa y mejor, Juan Toscano en cada escalón, una batalla ganada agregó a su lista de honor.
Por su persecución a Venezuela se marchó, pero siempre el alma, vida y corazón se quedaron en la patria donde nació. Mariquita, Pamplona, Socorro y Tunja lo recuerdan con nostalgia, por tan honrosa tarea de gobernador
Para la rama ejecutiva no le faltó valor, pero como constituyente y teniente, el pueblo no encontraba en qué era mejor. Militarmente ninguna medalla le sobró, pero que valeroso hubiera sido que al comandante general se le hubieran colgado más que un montón.
Bajo Santander y su pundonor se hizo fiel seguidor a las hazañas, a la ley y a la libertad.
Cansado de la representación externa, quiso ver gobernar a uno de los suyos, luchando por el pueblo que siempre quiso ser uno.
Teñido por Kant, quiso de súbdito a ciudadano- liberal e ilustrado lograrnos llamar.
Junto con personajes de nombres extintos peleó contra un rey sin representación y rechazando la protección extranjera, lucho por una causa plena.
Entre Vargas y Boyacá su “adjetivo de guerra” hizo notar.
Durante 64 años, estas fructíferas tierras, sintieron las pisadas de un prócer que ahora, sin excusas, no debemos olvidar.
En 1851 no fue justo haberlo visto marchar, pero viviendo el derecho de lo justo, que Dios lo tenga en su paz.
El himno de chiscas no lo olvida y seguro su descendencia infinita tampoco.
Más que un legado, dejó algo soberano, el ser ciudadano.
3 días de luto lo acompañaron, pero después de 169 años de gloria y agradecimientos, lo seguimos recordando.
Porque ya ganado, tiene el titulo de prócer, orgullo y maestro boyacense-colombiano.
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